Me voy vaciando con una pipeta.
Limpiamente;
con precisión adquirida.
Mi cerebro pare humanos andróginos con distintos cortes de pelo;
rombos fucsia incrustados en las manos.
Dios pasea una servilleta con correa por el barrio rojo de mi vida.
"¿Quién se jugó el último naipe?"
Pregunta un sapo mientras la muerte teñida de rubio
pasea por el borde exacto de la alcantarilla.
Nadie prestó atención al momento en el que se paró el tiempo.
Un timbal macabro va marcando los ritmos desde entonces;
con un escalpelo afilado mi ojo quirúrjico desgrana recuerdos.
26 de marzo de 2009
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