22 de enero de 2007

- La noche en Madrid dura todo el día.

- Ya no me quieres, ¿no?

- No. Te quiero. Eres hermosa pero estás casada y no quiero acabar abrazándote en la cama de otro. No quiero tener nada que ver con novelones de 800 páginas.

- Quiero que sigas mirándome cada vez que pases por mi calle. No te olvides nunca de mi balcón. Sabes que en verano me aburro y me entra el insomnio.

- ¿Y qué haces para dormir?

- Fumo, veo la tele, salgo al balcón a ver si te veo, pienso en los posibles amores que fueron y que no fueron, me lamento y me cago en mi vida. ¿No has tenido insomnio tú?

- No. Yo cuando no puedo dormir tomo leche, me hago una paja y andando.

- Qué típico.

- También las tías vais al baño de dos en dos y yo no he dicho nada.

- Sí, bueno, pero eso es diferente…

- ¿Ah, sí?

- Sí. Verás, te explico.

- Me encanta cuando te pones nerviosa. Gesticulas un montón.

- No… A ver, las chicas vamos juntas porque siempre hay una cola tremenda y esperar sola es un coñazo.

- ¿Estás oyendo cantar a esos dos gilipollas?

- Sí. Vamos a gritarles.

- Déjales. ¿No te gustaría que tú y yo cantáramos a voz en grito en la calle?

- Me sentiría ridícula.

- Eso es estar enamorado.

- No. Yo una vez canté a voz en grito en la calle porque pensaba que me estaba luciendo. Can’t take my eyes off of you. Un desastre, vamos. Esa fue la cuarta o la quinta vez que decidí dejar de cantar en público.

- Qué poco romántica.

- Los artistas es que sois de un sanvalentinesco que tumba.

- Somos. ¿Cuánto tarda una persona en enamorarse?

- No sé. ¿Cuánto tardas tú?

- Entre media hora y una semana.

- Yo creo que depende de si eres artista-hombre o artista-mujer. Los hombres siempre sois presa del amor no correspondido. Las mujeres siempre somos presa del no-amor correspondido. ¿Tú cómo lo ves?

- Puede que tengas razón, aunque no sé si estoy de acuerdo. ¿Estás enamorada?

- ¿Qué es el amor?

- No empieces. ¿Has querido a alguien alguna vez?

- Una vez leí en un libro que estar enamorado es como una neumonía y querer a alguien es como tener una bronquitis crónica.

- ¿No tuviste una neumonía hace unos años?

- Sí, contigo. Y duele de cojones. Lo malo es que te echan del hospital demasiado pronto. Un día eres el centro de atención y una semana después se te han caído las tetas y tu marido se gasta la paga extra en la ferretería. Las enfermedades crónicas son un calvario, ¿no?

- No sé, por ahora solo he sufrido de ataques agudos. ¿Más vino?

- Sí, s’il vous plaît. ¿Y desde hace cuánto te dedicas a ser aprendiz de Kubrik?

- Un par de años. Hay momentos de la vida que los que uno tiene que plantearse ciertas cosas. Yo decidí una noche que si quería llegar a algún lado tenía que ponerme a partir de ese mismo momento.

- Fascinante. ¿Te escribió el guión Dickens?

- Eres una perra.

- No te enfades. Era broma. Con un mínimo de mala leche, claro. No, en serio, me das mucha envidia. Me jode no ser capaz de ponerme a escribir. Pero claro, tampoco tengo nada que hacer con lo que escribo. Mi madre lo compraría, pero no creo que haya necesidad de meter un editor en nuestras vidas.

- Estás demasiado derrotista últimamente.

- No todos llevamos vida de película. Entro a las 9 a trabajar y salgo a las 8 de la tarde. Llego a casa y hago la cena. Ceno. Veo la serie de turno en la tele. O me pongo a mirar por la ventana. Lo de leer lo dejo para los viernes por la tarde, que es cuando más lo disfruto. Y para el metro. Por lo demás no hago nada. Si hace siete años me hubieran preguntado qué quería de mi vida hubiera contestado algo totalmente diferente. Hace siete años no existían los problemas. El mundo era maravilloso y las tardes duraban para siempre.

- Antes te he dicho que en Madrid la noche duraba todo el día. Supongo que ese es el cambio. Antes te lo pasabas mejor.

- Supongo que el éxito personal es inversamente proporcional al profesional.

- ¿Tú crees?

- Hablo por experiencia propia. Supongo que cada uno elige la vida que más le llena. Hay gente que elige a Dios o a la familia. Yo aún no sé que elegir. Me siento demasiado fuera de todos los mundos.

- La derrotista-exagerada. Ni a Shakespeare le hubieran salido esas palabras.

- Vete por ahí. ¿Quieres otra copa?

- Vale.

- No te dejes las llaves, ¿quieres? Que luego me toca acabar durmiendo en la calle.

- ¿Y Óscar qué tal anda?

- No le va mal. Sigue trabajando en la tienda.

- ¿Le siguen gustando tanto las tetas como siempre?

- Jajajaja. De esas cosas no te olvidas, ¿no? Qué bueno. Acabó convenciéndote para hacerte unas fotos “al natural”, como decía él.

- Sí… bueno, la experiencia no estuvo tan mal. Mi sueño oculto siempre había sido ser modelo.

- Jajaja.

- ¿Y con quién anda ahora?

- Con una, con otra… Anda enamorado. Él sí que cree en el amor, no como tú.

- Enamorado de la primera con la que se cruza cada mañana, ¿no?

- Sí… pero enamorado, capulla. No, en serio, se le ve contento.

- ¿Sigue exponiendo?

- Qué va. Vendió la cámara y se compró una guitarra.

- Ah, ¿ahora toca?

- Tampoco. Pero bueno, dicen que pose tenía.

- ¿Y Alberto qué tal anda?

- No le va mal. Está trabajando de diseñador en una empresa. Se lo curra bastante. Creo que a finales de año le ascienden.

- Guay. ¿Sigue con Marta?

- No. Lo dejaron hace tiempo. Ahora está saliendo con una chica que se llama Elena. Es maja, pero no sé… le tiene totalmente absorbido. Apenas se le ve. Se compró una casa.

- ¿Qué?

- Sí, viven juntos desde hace unos meses. Chica, si es que no te puedes ir y que parezca que no ha pasado el tiempo.

- Pero ya he vuelto.

- Sí, a trastocarme. ¿Te parece bonito después de años sin dar señales?

- Bueno, pero en este último mes nos hemos puesto al día.

- Más o menos.

- Más o menos. Todavía no me has contado qué ha sido de ti. Te llevo viendo dos semanas salir del trabajo, pero además de que sigues trabajando en el mismo sitio y que ya has acabado de contarme cómo le va a todo el mundo no sé nada nuevo.

- Sí, y yo miro a tu balcón cada vez que paso por tu calle. También lo hacía cuando no estabas.

- No sé qué contestar.

- Supongo que cuando tú te fuiste me quedé congelado. No ha cambiado nada. Bueno, ahora hago películas. Tampoco son gran cosa.

- Sí, películas guionizadas por Dickens.

- No seas mala. Todavía no has visto nada. Y no me cambies de tema.

- Se me olvida siempre que tú te das cuenta de cuándo lo hago.

- Sí.

- Ya…

- Te estaba diciendo que cuando te fuiste me jodiste la vida.

- Lo siento.

- Ya…

- En serio.

- ¿Quieres otra copa?

- Vale.

- Whisky.

- Sí.

- ¿Te acuerdas de las cosas que queríamos hacer?

- Supongo que no he conseguido que se me olvidaran.

- Es una putada que te dejen tirado, ¿sabes?

- Supongo que las cosas no funcionaban e intenté que los dos tuviéramos una vida nueva.

- Claro… la señorita se fue de directora de no sé qué a otro país y yo me quedé tirado en el mismo sitio, con el mismo trabajo. Ah, tengo novia desde hace casi dos años.

- ¿Cómo no me lo has contado?

- ¿Cómo no me invitaste a tu boda?

- Todo fue muy rápido.

- Ya…

- ¿Y quién es?

- Verónica.

- ¿Y qué tal? ¿La quieres?

- ¿Tú qué crees?

- Dímelo tú.

- Pues te quiero a ti. ¿Te crees que es tan fácil dejar de hacerlo?

- Vas a tener que acabar dándome la razón con mi teoría sobre el amor y los artistas.

- No me cambies de tema.

- Ya sé que te das cuenta. ¿Quieres que nos tomemos la última en mi casa?

- No. No quiero acabar abrazándote en la cama de otro.