19 de octubre de 2006

CIUDAD AMBIGUA

URBE

Todas las calles de esta ciudad son iguales.

Pero esta ciudad es ambigua:

Tiene los días grises y los días azules,

Y ambos acaban en las mismas noches vacías sin coches,

Sin perros y sin locos que intenten tirarse por las ventanas.

Llevo tres años viviendo en esta ciudad

Y aún desconozco los nombres de las calles,

Desconozco el bar con los mejores precios.

Llevo aquí toda la vida y aún no sé qué dirección tomar,

Porque Dios ha abandonado esta ciudad

Y ya ni siquiera las ratas son capaces de encontrar su alcantarilla.

Hace ya un siglo que el tren dejó de parar en esta ciudad

Y sólo nos queda la endogamia.

Nos nacen niños con cara de cerdo,

Cuerpo de hombre

Y entrañas de rana.

Sus hijos serán pequeños engendros

Sin boca ni pene,

Dormirán en los árboles

Y comerán mierda de perro.

A nosotros nos encantaría

Celebrar el fin del aislamiento

Sentándonos a la mesa con Jesús y el Diablo,

Y llamar a Judas para que pusiera su mejor cara,

Y volviera a contar una historia maravillosa;

Estamos deseando oírle decir que él estaba con nosotros,

Que estaba tomando té cuando clavaron a Cristo,

Porque de aquí no sale nadie

Y Judas era nuestro tatarabuelo.

AMOR I

Quiero que me dediques tu semen y tus poemas
quiero hacer estallar de rabia al cosmos de malhabladas que cotillean en las esquinas,
y gritarle al mundo
que dios murió hace cien años,
y andar por las calles llenas de cristales rotos.
Quiero pasar mis manos por las cienmil palabras de tu cerebro,
y con ellas hacer un monumento
que recuerde todas las cosas que nunca pasaron.
Quiero que me mires entre madrugadas de gritos
y veas que el cielo se funde en píxeles rosa.
Quiero despertarme lentamente
y sentirme alfiler entre tus brazos que mueven el mundo.
¿Dónde se esconden las bombas que hacen explotar a las estrellas?
Me gusta que todo lo sepas porque quiero sorber hasta tu última neurona.
Quiero ver tu cara sin manchas grises,
limpia,
libre,
saludando a los satélites.
Quiero poder gritar que te he vencido

ENTRAÑAS

Oh, metro.

Santuario de la working class.

Todos nos metemos en kilómetros de túneles,

Encajonados en cuerpos de orugas metálicas,

Que gruñen,

Crujen,

Gimen

Y rechinan exactamente igual que la maquinaria del comunismo soviético.

Nos sentamos y nos peleamos

Por el lugar en que vamos a sentarnos.

Otros se quedan de pie esperando el roce lascivo

De cuerpos sudorosos y agotados por el trabajo

Que intentan arrancar a esta maquinaria

El último suspiro de pasión y humanidad eléctrica.

Aquí nos hacinamos los que vemos y los que no vemos,

Nos encontramos,

Nos reconocemos

Y no nos saludamos.

Presumimos de la ropa que acabamos de comprar

E intentamos seducir con nuestros cruces de piernas ensayados

A algún viejecito que tenemos enfrente,

Deseando,

En el fondo de nuestro estómago,

Que le dé una taquicardia,

Caiga de bruces a nuestros pies y podamos reanimarle con nuestras pulcras manos de Santa Zorra.

Y salir en primera plana.
Deambulamos por pasillos de baldosines blancos,

Sucios

Mudos,

Asépticos

Y asquerosos,

Navajas y bolsas de la compra que velan por la rutina de una ciudad

Que respira dióxido de carbono

Y sueña con parcelas de césped de un metro cuadrado.

Escapamos del infierno cotidiano saliendo por un torniquete

Y subiendo una escalera hacia la luz;

Ni siquiera hemos sido lo suficientemente corteses como para despedirnos,

Ni de Caronte.

Ni de la taquillera.



DESPEDIDA

No pienso dedicarte las palabras más bellas

Porque ya te llevaste lo mejor de mi vida.

Arrancaste mi juventud de cuajo

Y te alimentaste de mis más ardientes pasiones.

La fuerza de mis músculos

La consumiste poco a poco

Y, cuando quise darme cuenta,

Te habías llevado hasta el deseo.

Después, te volviste a mirarme y sólo encontraste

Un amasijo de profundas arrugas,

Pellejo triste y huesos rotos.

Y, sin compadecerme,

Escupiste y te llevaste mi cartera.




RESIGNACIÓN

Y al final me quedo en Ciudad Ambigua,

Urbe que empieza en el Asco

Y acaba en la Zozobra;

Agujero en el que crecen

Las rosas de la inspiración.

Dónde los mártires esperan impasibles

A que sus verdugos lloren,

Y se depriman

Y se arrepientan.

Salgo a ver mundo pero siempre acabo volviendo:

Porque sólo se puede crear a partir de cenizas,

Porque sólo se puede creer

Cuando se vive en la nada.