7.32 la mano de la señora recorre una baranda
asfixiados, los álamos se contonean en la mañana de junio
-expectantes-
una patada envía la lata que pastaba en la acera hacia el fin de la calle;
de la señora aún se percibe un rastro de hastío y benevolencia.
26 de marzo de 2009
ahora soy enana y débil
Me voy vaciando con una pipeta.
Limpiamente;
con precisión adquirida.
Mi cerebro pare humanos andróginos con distintos cortes de pelo;
rombos fucsia incrustados en las manos.
Dios pasea una servilleta con correa por el barrio rojo de mi vida.
"¿Quién se jugó el último naipe?"
Pregunta un sapo mientras la muerte teñida de rubio
pasea por el borde exacto de la alcantarilla.
Nadie prestó atención al momento en el que se paró el tiempo.
Un timbal macabro va marcando los ritmos desde entonces;
con un escalpelo afilado mi ojo quirúrjico desgrana recuerdos.
Limpiamente;
con precisión adquirida.
Mi cerebro pare humanos andróginos con distintos cortes de pelo;
rombos fucsia incrustados en las manos.
Dios pasea una servilleta con correa por el barrio rojo de mi vida.
"¿Quién se jugó el último naipe?"
Pregunta un sapo mientras la muerte teñida de rubio
pasea por el borde exacto de la alcantarilla.
Nadie prestó atención al momento en el que se paró el tiempo.
Un timbal macabro va marcando los ritmos desde entonces;
con un escalpelo afilado mi ojo quirúrjico desgrana recuerdos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)