A Dani Herrera
En la calle empiezacaba el mundo
coches de vuelta de horas en lata traje, corren cabreados todos,
musculación incipiente sexual y urbana con cláusula de rescisión.
Y alguien duerme la siesta
y Dani está acelerado
y tiene un avión ya empaquetado con destino a la ciudad del ritmo
sin fiesta
sin velas
no hay coro y somos pobres de asfalto.
Agradable tranquilidad a la llegada y carteles de yoga 2x1 recibiéndole con las piernas abiertas en la calle.
San Francisco está desordenado en el bar y las antenas se doblan formando radios de tungsteno en tus ojos.
Coge la calma y corre entre vías de animales muertos, entre vías del submundo alcantarillesco capitaneado por cocodrilo dandí. Por la ventana verás una señora de pechos franceses -moluscos en los brazos- vendiendo fotos de fotos de fotos de flores y pilotos de alta velocidad.
Todos irán volviendo y tú verás las hojas caer, la muerte del verano; habrá frío en otros lados del mapa, telepatía con Moscú, pechos en las alcantarillas de Francia.
Hay un taxi parado a la puerta y lo conduce un puerco con bombín.
Dani se va y tiene una maleta aterciopelada propulsada por motores a reacción; todos nos despedimos con manoplas liláceas hinchadas de situaciones.
El capitán del subsuelo californiano encenderá un cigarro y escribirá tu nombre en el censo, y un verso de Baudelaire para no olvidar quién fuiste.
Habrá una silla en un aeropuerto americano que tenga puesto un sombrero de poeta y hablará de la triste grandiosidad del amor, el sexo y la derrota.
A su lado, una señorita nacida en los años 20 se quitará los mitones para secarse las lágrimas.
En la calle empiezacaba el mundo
coches de vuelta de horas en lata traje, corren cabreados todos,
musculación incipiente sexual y urbana con cláusula de rescisión.
Y alguien duerme la siesta
y Dani está acelerado
y tiene un avión ya empaquetado con destino a la ciudad del ritmo
sin fiesta
sin velas
no hay coro y somos pobres de asfalto.
Agradable tranquilidad a la llegada y carteles de yoga 2x1 recibiéndole con las piernas abiertas en la calle.
San Francisco está desordenado en el bar y las antenas se doblan formando radios de tungsteno en tus ojos.
Coge la calma y corre entre vías de animales muertos, entre vías del submundo alcantarillesco capitaneado por cocodrilo dandí. Por la ventana verás una señora de pechos franceses -moluscos en los brazos- vendiendo fotos de fotos de fotos de flores y pilotos de alta velocidad.
Todos irán volviendo y tú verás las hojas caer, la muerte del verano; habrá frío en otros lados del mapa, telepatía con Moscú, pechos en las alcantarillas de Francia.
Hay un taxi parado a la puerta y lo conduce un puerco con bombín.
Dani se va y tiene una maleta aterciopelada propulsada por motores a reacción; todos nos despedimos con manoplas liláceas hinchadas de situaciones.
El capitán del subsuelo californiano encenderá un cigarro y escribirá tu nombre en el censo, y un verso de Baudelaire para no olvidar quién fuiste.
Habrá una silla en un aeropuerto americano que tenga puesto un sombrero de poeta y hablará de la triste grandiosidad del amor, el sexo y la derrota.
A su lado, una señorita nacida en los años 20 se quitará los mitones para secarse las lágrimas.
4 comentarios:
Välkommen tillbaka!
Enorme.
Creo que si lo leyera Vian, te extendería una alfombra roja con rayas grises para que te tumbaras en ella.
También creo que Dani está llorando a las puertas del censo.
claro que sí
mua!
mI QUERIDISIMA sILVIA!!!!!!!!!
mI QUERIDISIMA!!
qUE estoy en SF con nada de tiempo para que el idem se agote,pero que l;legue sin querer al Citi Lights t me tome un cafe genial en el Vesubio,Me encantooooooooooooo!!!!!
Tenemos que organizar algo aqui... Siiiii!!! Me encanta esta puta ciudad
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