- La noche en Madrid dura todo el día.
- Ya no me quieres, ¿no?
- No. Te quiero. Eres hermosa pero estás casada y no quiero acabar abrazándote en la cama de otro. No quiero tener nada que ver con novelones de 800 páginas.
- Quiero que sigas mirándome cada vez que pases por mi calle. No te olvides nunca de mi balcón. Sabes que en verano me aburro y me entra el insomnio.
- ¿Y qué haces para dormir?
- Fumo, veo la tele, salgo al balcón a ver si te veo, pienso en los posibles amores que fueron y que no fueron, me lamento y me cago en mi vida. ¿No has tenido insomnio tú?
- No. Yo cuando no puedo dormir tomo leche, me hago una paja y andando.
- Qué típico.
- También las tías vais al baño de dos en dos y yo no he dicho nada.
- Sí, bueno, pero eso es diferente…
- ¿Ah, sí?
- Sí. Verás, te explico.
- Me encanta cuando te pones nerviosa. Gesticulas un montón.
- No… A ver, las chicas vamos juntas porque siempre hay una cola tremenda y esperar sola es un coñazo.
- ¿Estás oyendo cantar a esos dos gilipollas?
- Sí. Vamos a gritarles.
- Déjales. ¿No te gustaría que tú y yo cantáramos a voz en grito en la calle?
- Me sentiría ridícula.
- Eso es estar enamorado.
- No. Yo una vez canté a voz en grito en la calle porque pensaba que me estaba luciendo. Can’t take my eyes off of you. Un desastre, vamos. Esa fue la cuarta o la quinta vez que decidí dejar de cantar en público.
- Qué poco romántica.
- Los artistas es que sois de un sanvalentinesco que tumba.
- Somos. ¿Cuánto tarda una persona en enamorarse?
- No sé. ¿Cuánto tardas tú?
- Entre media hora y una semana.
- Yo creo que depende de si eres artista-hombre o artista-mujer. Los hombres siempre sois presa del amor no correspondido. Las mujeres siempre somos presa del no-amor correspondido. ¿Tú cómo lo ves?
- Puede que tengas razón, aunque no sé si estoy de acuerdo. ¿Estás enamorada?
- ¿Qué es el amor?
- No empieces. ¿Has querido a alguien alguna vez?
- Una vez leí en un libro que estar enamorado es como una neumonía y querer a alguien es como tener una bronquitis crónica.
- ¿No tuviste una neumonía hace unos años?
- Sí, contigo. Y duele de cojones. Lo malo es que te echan del hospital demasiado pronto. Un día eres el centro de atención y una semana después se te han caído las tetas y tu marido se gasta la paga extra en la ferretería. Las enfermedades crónicas son un calvario, ¿no?
- No sé, por ahora solo he sufrido de ataques agudos. ¿Más vino?
- Sí, s’il vous plaît. ¿Y desde hace cuánto te dedicas a ser aprendiz de Kubrik?
- Un par de años. Hay momentos de la vida que los que uno tiene que plantearse ciertas cosas. Yo decidí una noche que si quería llegar a algún lado tenía que ponerme a partir de ese mismo momento.
- Fascinante. ¿Te escribió el guión Dickens?
- Eres una perra.
- No te enfades. Era broma. Con un mínimo de mala leche, claro. No, en serio, me das mucha envidia. Me jode no ser capaz de ponerme a escribir. Pero claro, tampoco tengo nada que hacer con lo que escribo. Mi madre lo compraría, pero no creo que haya necesidad de meter un editor en nuestras vidas.
- Estás demasiado derrotista últimamente.
- No todos llevamos vida de película. Entro a las
- Antes te he dicho que en Madrid la noche duraba todo el día. Supongo que ese es el cambio. Antes te lo pasabas mejor.
- Supongo que el éxito personal es inversamente proporcional al profesional.
- ¿Tú crees?
- Hablo por experiencia propia. Supongo que cada uno elige la vida que más le llena. Hay gente que elige a Dios o a la familia. Yo aún no sé que elegir. Me siento demasiado fuera de todos los mundos.
- La derrotista-exagerada. Ni a Shakespeare le hubieran salido esas palabras.
- Vete por ahí. ¿Quieres otra copa?
- Vale.
- No te dejes las llaves, ¿quieres? Que luego me toca acabar durmiendo en la calle.
- ¿Y Óscar qué tal anda?
- No le va mal. Sigue trabajando en la tienda.
- ¿Le siguen gustando tanto las tetas como siempre?
- Jajajaja. De esas cosas no te olvidas, ¿no? Qué bueno. Acabó convenciéndote para hacerte unas fotos “al natural”, como decía él.
- Sí… bueno, la experiencia no estuvo tan mal. Mi sueño oculto siempre había sido ser modelo.
- Jajaja.
- ¿Y con quién anda ahora?
- Con una, con otra… Anda enamorado. Él sí que cree en el amor, no como tú.
- Enamorado de la primera con la que se cruza cada mañana, ¿no?
- Sí… pero enamorado, capulla. No, en serio, se le ve contento.
- ¿Sigue exponiendo?
- Qué va. Vendió la cámara y se compró una guitarra.
- Ah, ¿ahora toca?
- Tampoco. Pero bueno, dicen que pose tenía.
- ¿Y Alberto qué tal anda?
- No le va mal. Está trabajando de diseñador en una empresa. Se lo curra bastante. Creo que a finales de año le ascienden.
- Guay. ¿Sigue con Marta?
- No. Lo dejaron hace tiempo. Ahora está saliendo con una chica que se llama Elena. Es maja, pero no sé… le tiene totalmente absorbido. Apenas se le ve. Se compró una casa.
- ¿Qué?
- Sí, viven juntos desde hace unos meses. Chica, si es que no te puedes ir y que parezca que no ha pasado el tiempo.
- Pero ya he vuelto.
- Sí, a trastocarme. ¿Te parece bonito después de años sin dar señales?
- Bueno, pero en este último mes nos hemos puesto al día.
- Más o menos.
- Más o menos. Todavía no me has contado qué ha sido de ti. Te llevo viendo dos semanas salir del trabajo, pero además de que sigues trabajando en el mismo sitio y que ya has acabado de contarme cómo le va a todo el mundo no sé nada nuevo.
- Sí, y yo miro a tu balcón cada vez que paso por tu calle. También lo hacía cuando no estabas.
- No sé qué contestar.
- Supongo que cuando tú te fuiste me quedé congelado. No ha cambiado nada. Bueno, ahora hago películas. Tampoco son gran cosa.
- Sí, películas guionizadas por Dickens.
- No seas mala. Todavía no has visto nada. Y no me cambies de tema.
- Se me olvida siempre que tú te das cuenta de cuándo lo hago.
- Sí.
- Ya…
- Te estaba diciendo que cuando te fuiste me jodiste la vida.
- Lo siento.
- Ya…
- En serio.
- ¿Quieres otra copa?
- Vale.
- Whisky.
- Sí.
- ¿Te acuerdas de las cosas que queríamos hacer?
- Supongo que no he conseguido que se me olvidaran.
- Es una putada que te dejen tirado, ¿sabes?
- Supongo que las cosas no funcionaban e intenté que los dos tuviéramos una vida nueva.
- Claro… la señorita se fue de directora de no sé qué a otro país y yo me quedé tirado en el mismo sitio, con el mismo trabajo. Ah, tengo novia desde hace casi dos años.
- ¿Cómo no me lo has contado?
- ¿Cómo no me invitaste a tu boda?
- Todo fue muy rápido.
- Ya…
- ¿Y quién es?
- Verónica.
- ¿Y qué tal? ¿La quieres?
- ¿Tú qué crees?
- Dímelo tú.
- Pues te quiero a ti. ¿Te crees que es tan fácil dejar de hacerlo?
- Vas a tener que acabar dándome la razón con mi teoría sobre el amor y los artistas.
- No me cambies de tema.
- Ya sé que te das cuenta. ¿Quieres que nos tomemos la última en mi casa?
- No. No quiero acabar abrazándote en la cama de otro.