9 de septiembre de 2007

Por mí el primero

El frío nos estuvo recorriendo los huesos
durante veinticuatro semanas seguidas.
Fuimos niños lánguidos,
altivos.
Los coches no eran lo suficientemente imponentes
como para evitar que cruzáramos la carretera.

Nuestras caras,
en la calle,
vacías y perfectas:
maniquíes con bocas demasiado rojas,
ojos de Premio Nobel,
laca en el pelo.

Nosotros,
todos los pequeños hijos de las más grandes perversiones de un país,
nos estuvimos mirando
durante veinticuatro semanas enteras;
con odio y con ganas de abrazarnos
hasta que dieran las cinco de la tarde.

Y así todos nosotros,
los que fuimos capaces de asesinar al hexámetro,
nos miramos agazapados
en chaquetas de cuello alto
y parapetos intercambiables.
Tirados en la calle aprendimos
que la vida consiste en adaptarse a la idiosincrasia estructural del momento
y que la felicidad no es más que el susurro calculado de un amante lascivo.

Somos doctores del capitalismo barato
y acabamos cada noche
en nuestra triste cama vacía
llena de todos nuestros hermanos muertos.

Pero hemos vencido
y hemos perdido
y no nos importa
porque sabemos que nada dura
más de veinticuatro semanas.
Y todos los veranos inexistentes
estarán esperándonos al lado de cualquier portal
cuando estemos horriblemente borrachos
y los taxis vengan del otro lado
y por mucho éxito, dinero y belleza
no tengamos una casa a la que ir
y nuestro único amigo pasajero
nos esté vetado,
vedado,
absolutamente prohibido.

No nos importará
porque todo cambiará en veinticuatro semanas.
Y sabremos que no estamos solos
y que el mundo gira
alrededor de nuestra generación.

Queridos,
quiero quitarme el cráneo por todos los veranos prorrogados
que hacen que me llegue la sangre
a las manos de cualquier persona.
Todas las noches en las que he querido
ser vosotros
y ver salir el sol
desde mis entrañas ajenas.

En este verano inexistente
estamos todos agazapados,
acechando entre los contenedores,
esperando a que pasen los inviernos repentinos
para correr hacia la pared en la que empezó todo el juego.

Y yo saldré,
con mi mejor sonrisa
y mi excitación mañanera
y golpearé, con el puño en alto,
un muro que se rompe.
Y pensando en vuestras caras
y en las peleas que aún no hemos ganado,
gritaré:

Por mí y por todos mis compañeros...

2 comentarios:

E dijo...

En mi casa se dice "por mí primero".

Pero sea como sea, quiero ponerle ya un nombre al grupo éste que tenemos pendiente.

Porque esto es muy grande.

Anónimo dijo...

Pues yo tengo un manual para egoístas que sería el contrapunto a este poema... Por mi primero y por todos luego se cambiaría Por mi primero y por mi luego.

Besos y Abrazos. Nos vemos a Disfrutar.