El futuro seré yo convirtiéndome en doble persona,
serán bañistas de marzo corriendo por las calles desesperados,
una horda de gatos tocando el bandoneón.
El futuro será Nueva York o Moscú,
las manos entrelazadas y el mapa unido por finos hilos de acero
conectando mente con pie con mano con un hipopótamo alado
y un destello violeta en tardes de cielo tangible.
Habrá monjas que parezcan motocicletas,
mis venas serán autobuses, antorchas,
chorros de fuentes renacentistas;
de las muñecas me crecerán alambradas suaves
que intentarán rodear,
que intentarán aprehender cada gota del elixir de vida
que se caiga de tu regazo.
El futuro será una nube en pantalones que sonreirá dientes amatista.
Y nosotros,
sí,
nosotros.
El futuro seremos nosotros explotando en cápsulas,
en partículas finitas,
diminutos momentos de epifanía que se perderán más allá de los confines del tiempo.
23 de julio de 2009
20 de julio de 2009
10 de julio de 2009
Mi perrito de Pavlov
Un día
serás gigante
y nosotros dejaremos de ser los héroes
que nos hemos autoproclamado
-para ti-.
Y, entre tanto, me pregunto para qué tanta parafernalia
y si serás capaz de hacer piruetas drásticas
o saltos mortales de rebeldía astronómica,
tú,
mi pequeño perrito de Pavlov.
serás gigante
y nosotros dejaremos de ser los héroes
que nos hemos autoproclamado
-para ti-.
Y, entre tanto, me pregunto para qué tanta parafernalia
y si serás capaz de hacer piruetas drásticas
o saltos mortales de rebeldía astronómica,
tú,
mi pequeño perrito de Pavlov.
5 de julio de 2009
Abrir los ojos,
despertar como concepto genérico,
un mirlo acompasado te lava los genitales
con pretensiones adúlteras.
El frío enraizado en los huesos,
cosido al embozo como un
recuento diario de penas
y glorias obligadas.
Abrir los ojos
despertar como concepto candente,
agarrarte a una falda para no sucumbir
al desprestigio.
Los mirlos observan algeres,
rascan pacientes la contraventana.
despertar como concepto genérico,
un mirlo acompasado te lava los genitales
con pretensiones adúlteras.
El frío enraizado en los huesos,
cosido al embozo como un
recuento diario de penas
y glorias obligadas.
Abrir los ojos
despertar como concepto candente,
agarrarte a una falda para no sucumbir
al desprestigio.
Los mirlos observan algeres,
rascan pacientes la contraventana.
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