25 de noviembre de 2007

Pistolas

Espérate.


Ni tú ni yo fuimos lo suficientemente valientes,

ni tuvimos las suficientes agallas

como para comprar pistolas

y comprar máscaras negras

y guantes de plástico

y finalmente cometer el crimen que nos ardía debajo del estómago.

No veo tu reflejo en ningún lado,

simplemente estás delante

con tres velas en las manos

y yo con la mente en las montañas

viendo cómo las hormigas te van subiendo por las piernas

viendo cómo tus hormigas me van subiendo por las entrañas.

Somos dos cobardes desnudos envueltos en la bandera del desarraigo.

Se nos caen los dedos,

se nos están cayendo los dedos en el suelo y al parecer no importa.

Nos cae la lluvia en la nuca,

se nos caen los dedos ordenadamente y la lluvia nos sale de la boca y al parecer no importa.

En la calle un hombre con barba enciende las farolas,

como en la infancia, cuando el miedo aparecía.

Los hombres con barba encienden los temores y yo te tengo entre el recuerdo de las piernas.

El enemigo tiene tu cara y tú y yo ya no somos cobardes.

Frente a frente, con una pistola en cada mano, conseguimos apretar el gatillo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso, silvia, me encanta, me gusta el tono, me gusta cómo escribes, lo que asoma de ti en lo escrito, precioso

:-)

amor

kriptonito dijo...

Te leo.