29 de julio de 2007

Vivisección de un pastel de zanahoria

A las 5, en Brighton,
estoy harta de tanto museo.

No ha sido memorable,
pero tus palabras de esta mañana
me han dado la paz interior de haber realizado
una buena obra.

Ya tengo carta blanca para los próximos dos meses.
He compensado.

Está de moda ser vegetariano.
Qué bien.
Yo ahora me estoy comiendo los intestinos del bizcocho,
y estoy leyendo a Frank,
nuestro abuelo.

Si pudiera, cortaría las líneas telefónicas del mundo.
Me pregunto cómo lo consigues tú cada mañana.

Ya he llegado al útero.
Una pequeña zanahoria se abraza a una trompa de falopio
y me pide llorosa que no la pinche.

La engarzo gentilmente en el tenedor y me la meto en la boca.

Una acción buena compensa otra mala:
dejo vivir a otra pequeña zanahoria;
el pastel estaba preñado de gemelas.

Por algún motivo,
después de haber cometido esta atrocidad sin inmutarme,
sigo acordándome de hace dos años.
Ahora son 23.

Es estúpido cómo pasa el tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

genial, simplemente

Borch dijo...

23!! criajaaaaa jajaja! esperate a los 26, que te quitan el carné joven.